martes, 17 de mayo de 2011

Volador resurge en "El Poeta Eléctrico"

Los aragoneses actuaron el cuatro de mayo en el Gin club Rock en Zaragoza.  Nuevas esencias mezcladas con los aromas de siempre impregnaron el ambiente y no defraudaron a nadie.

A eso de las nueve y media, el grupo Volador apareció ante los espectadores que se congregaron en "El Poeta Eléctrico", local que los propios integrantes del grupo han abierto. Y, como buenos alumnos de primaria, entraron en escena con la idea de terminar pronto los deberes para poder irse antes a jugar.
Saltaron al pequeño escenario con la energía y la contundencia que les da saber que llevan más de diez años en este mundo que les satisface en todos los sentidos, pero sin olvidar la obligación de presentar su último álbum “El largo viaje”. La adoración que los fans sienten por el disco no es más que un acto reflejo, un efecto esperado que se debe más a todo su largo camino profesional que al entusiasmo con que el público ha recibido las nuevas canciones.


Comenzaron con el tema: “Lejos de la tristeza” el mismo que arranca su nuevo trabajo. Sin olvidar las canciones que durante años han acompañado a todos los “voladores”. Pero la explosión vino con la tercera canción. Cuando estalló “El año del dragón", todos los espectadores estaban dispuestos a vibrar, bajaron por las escaleras hacia el patio del recreo. Volador nos esperaba en la puerta del colegio como chicos malos para descargarnos vatios con cientos de estrellas de luz detrás de las orejas. Todos entretenidos hasta que el clásico “El día de la suerte mundial” desató la inevitable ilusión de los asistentes.

Después, la percusión tribal del tema “El largo viaje” nos trasladó al pasado. Aquel pasado que siempre nos ha devorado con su ritmo.  Ese que recordamos con los pelos como escarpias. Y entonces, empezamos a sentir. A sentirles. La contundente guitarra de la intro de “Princesa y espina” les elevó al olimpo del que hace tiempo que escaparon, como jóvenes rebeldes e inadaptados. Como incorrectos estudiantes de la asignatura del ritmo atemporal.


Antílope, bajista del grupo, nos hizo disfrutar del sonido de “Vienen y van” como nunca lo había hecho. Texturas cósmicas bañadas por electricidad convertida en melodía. Y cuando ya pensábamos que sonaba la campana para volver a clase, la siempre demoledora “La flor del mal” nos recordó lo que uno se puede divertir con un juguete viejo. Como uno de esos trenes de madera en la generación de la Play Station, el tacto de las cosas bien hechas, el talento hecho espectáculo. Un auténtico derroche de sonidos salvajes domesticados por los acordes más deliciosos.

Tras la estela de la abrumadora ovación y con el eco de la palabra “otra” aún en los oídos, Óscar, cantante del grupo, volvió a tomar las riendas con  “El último abrazo” para dejar el mismo sabor de boca que dejan los buenos caramelos de café. El temido fin de la actuación estaba a punto de llegar y no podían faltar uno de los grandes clásicos, “De estrellas y rosas”, con el que la banda nos trasladó a sus comienzos, donde tan solo eran unos chicos jóvenes componiendo sin parar. Las voces que abarrotaban el local tuvieron su momento de gloria, aunque fuese durante un momento efímero. Mientras tanto, el grupo se rendía definitivamente a sus pies. Cuando aún se esperaba algún tema más, todo el grupo se unió en el escenario y saludó a su público haciendo evidente el amargo sabor de las cosas buenas que acaban pronto. Con las 23.30 en el reloj, todo acabó, ante la impotente frustración de los fans que querían más y más. Es difícil cansarse de lo irrepetible.


Página Web Volador: http://www.bienvenidosavolador.com/

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